sábado, 4 de octubre de 2008

La esperanza emergió de las catacumbas en San Blas y Campito de Petare...

Jesse Chacón, resultó mejor candidato de lo que mucha gente esperaba. Tiene un trato directo y afectuoso con la gente que conversa. Escucha y anota las peticiones conjuntamente con el equipo que lo acompaña, empezando por su esposa Lesami.
En un primer plano: La periodista Lesami Abreu de Chacón y su esposo Jesse Chacón. Una pareja que trabaja en equipo mínimo 18 horas al día. Muchas veces los acompaña el segundo bebé de ambos, de pocos meses de nacido.
Muchísima gente acompañó a Jesse y a Lesami en el recorrido que hicieron entre San Blas y Campito de Petare.
Los niños y la gente joven hizo una gran algarabía con la llegada de Jesse Chacón y de su esposa Lesami.
Entre San Blas y Campito, 2.5 kilómetros de pueblo...

(Comando de Campaña. 4 Octubre.08).- Dos kilómetros y medio de recorrido entre San Blas y Campito de Petare, realizó el candidato socialista a la Alcaldía del Municipio Sucre del Estado Miranda, Jesse Chacón.
En la caminata que le tomó casi las seis horas y culminó muy avanzada la noche, Chacón y su esposa Lesami, quien no se detiene ante los trotes, visitaron un total de 9 barriadas, cada una con no menos de 4 sectores; oportunidad que les valió para hablar con decenas de personas, presenciar dos eventos culturales organizados por los vecinos y saludar a más de tres mil personas a través de tres asambleas improvisadas en la ruta.

Es impresionante, pero en estos recorridos que comienzan por la tarde, la afluencia crece de noche, cuando las familias con total desprendimiento abren las puertas de par en par de sus casas, para recibir al bienvenido. Esto, fue lo que observamos.

Para nadie es un secreto que San Blas es reconocido como barrio muy pobre y según las estadísticas policiales, el índice delictivo es elevado. Con este par de conceptos, a cualquier musiú le asustaría llegarle, pero ¿saben? Del verbo al hecho, hay un trecho largo y en estas historias “es mucha la película que se exagera”.

“Cada barrionos dice Jesse mientras subimos la cuesta – tiene su forma de vida y sus reglas entre la comunidad. Generalizar que estos lugares son totalmente peligrosos es un calificativo desdichado, producto de un estereotipo. Ciertamente hay violencia, hay delitos, hay problemas, pero pregúntale tú a ese hombre que tiene 25 años aquí, si todos los días son de tormenta, te dirá que la vida es como la pendiente para llegar, a veces te agota, pero otras te deleita”.

Nuestra pregunta: ¿Pero no puede negar que la inseguridad es un asunto serio por estos lados? Se quedó en el aire, fue imposible que nos respondiera, porque una verdadera avalancha que se aproximó para saludarlo, prácticamente se lo llevó y entonces decenas de voces al mismo tiempo con peticiones, recomendaciones, sugerencias, ganas de una foto, gritos, pitos, timbales, cubrieron a aquel hombre que con paciencia infinita trataba de dedicarle un tiempo a cada uno.

En la panadería de La Ceiba, casi todos nos apertrechamos con una botellita plástica llena de agua, pero ya en La Vuelta de Pascual a nadie le queda ni el envase. Mientras Jesse conversaba con algunos, Lesami hacía lo mismo con grupos de mujeres, quienes le pedían máquinas de coser y ella les proponía formar un equipo para montar un centro de costura de uniformes, por ejemplo y así el beneficio no era exclusivo sino colectivo.

En una calle estrecha dispuesta en doble vía donde los autos que van deben dar paso a los que vienen y viceversa, llegó un momento que ni las motocicletas podían circular. La gente lo había copado todo. Desde las ventanas de casas ubicadas en lomas más altas, amontonadas, construidas casi una encima de la otra, la gente le tiraba cartitas al candidato y entre las rejas sacaban las manos para el saludo, que le daban a la escena un ambiente enternecedor.

Las campañas electorales son eventos fuera de serie, “hay más que amor, frenesí” como las calificaba el presidente Chávez en el 2006, pero también llueven las críticas. En el sector Matapalo, en la puerta de su casa, una señora observaba silenciosa el ambiente, Jesse llegó hasta ella y al saludarla, la mujer le fue al grano: “¿Cómo me puedes convencer que todo esto se puede arreglar?” Se refería a las calles deterioradas. “Es verdad, tú eres el primero que pasa por aquí, pero ¿Cuándo vuelves?”. “Volveré y tu me ayudarás a reparar y arreglar todo lo que aquí se necesite, porque la historia comienza con la participación. Sin ustedes no se podrá hacer nada”.


De Mata Palo, pasó a La Chicharronera, donde la luz es deficiente y de allí a la Calle El Motor 200, donde sólo hay una vía para transitar, porque la otra está hecha escombros debido a que los consejos comunales, entre ellos “Nueva Esperanza” trabajan en la reparación de las tuberías para aguas servidas y la pavimentación por segmentos. El tránsito, sólo por ahora, es incómodo.

Al final ya llegando al corazón de El Chorrito - aunque en verdad por el canal del cerro lo que baja es un torrente de aguas negras - hay un gran terreno donde muy bien quedaría una amplia plaza para eventos, allí una multitud mayor a la que lo seguía, lo estaba esperando.

Tras los bailes típicos de unas niñas quienes orgullosas hacían sus mejores pasos sobre la tarima, Chacón subió para agradecer el calor del pueblo. Comentó algunos pasajes de sus diálogos de calle y al abordar el tema de la inseguridad, explicó que la va a resolver de dos maneras al mismo tiempo; la primera, atendiendo el delito directamente y la segunda mediante el diálogo directo con sus protagonistas.

“Hace rato un periodista me preguntaba sobre el asunto serio que representa la acción delictiva en este lugar y ahora les digo a todos: Si tengo que reunirme con las bandas grandes o pequeñas de la zona para que depongan su actitud lo haré, pero lo que no voy a permitir, es que le sigan haciendo la vida de cuadritos a quienes aquí habitan, los que deseen sumarse a la transformación, tendrán mi apoyo, quienes la desechen, deben saber que no amparo impunidad. Ustedes pueden contar con esto; vamos a devolverle el respeto al barrio”.

Imposible describir la algarabía tras estas palabras, el rostro de “la otra esperanza” afloró de una manera tan noble que sencillamente erizaba la piel. Abajo en la ciudad, la lucha por mezquindades a veces es tan patética y arriba en el cerro, donde algunos la llaman “las catacumbas del pico” es tan pura la alegría y la felicidad aflora cuando se da respuesta a la ansiedad de un colectivo. ¡La gente quiere vivir en paz! Qué palabra tan corta y cuánto encierra.

Del motor al Primer Muro no es muy largo el trayecto, pero si resultó un poco dura la subida hacia la Plaza El Campito y no era para menos después de largas horas caminando entre tanto bamboleo.

Al final hubo otra asamblea, con más gente. Después muchos acompañaron al candidato hasta el carro, el adiós con las manos marcaba una especie de tic repetido, todavía íbamos bajando la cuesta y a lo lejos se observaban los brazos levantados, la imagen se fue perdiendo entre los callejones que tomamos para alcanzar la avenida. Lo último que Jesse Chacón les dijo fue: “aquí tenemos ya un compromiso”.


No hay comentarios: